28 oct 2009

Primer cuarto de siglo en Santa María la Ribera

José Antonio juega a las canicas afuera de su casa y se le acerca Pepe de León. "Panchito", le grita al niño. Lo lleva al tendajón de la esquina y le compra un cucurucho con sobrantes de caramelo. Corriendo, regresa Antonio a su casa a presumir y convidarle a su familia. José Antonio sería el último en ver a José de León Toral en Santa María la Ribera. Tres días después haría noticia por magnicida.

Meses después llegó el cine sonoro. Construyeron salas nuevas a las que José Antonio iba a ver las mismas películas una y otra vez. Tom Mix, primer héroe de José Antonio. Un vaquero al que no se le caía nunca el sombrero, que luchaba contra los indios, los malos. Pero él era capitalino, sabía que no sería nunca un vaquero. Los cines por las mañanas se volvían dance halls. Acompañaba a su hermana Paulina y la veía bailar con varios hombres. Al chamaco no le importaba la cantidad. Vaya, la castidad de su hermana no era problema para él. Era la ridiculez de los hombres que la cortejaban. De bigote delgado. Con un chaleco cruzado y camisa limpia. Ridículos. Eran una mala imitación de Rodolfo Valentino y, para un seguidor de Tom Mix, era triste. Era triste porque un seguidor capitalino de Tom Mix no podría ser un vaquero, pero sí una mala imitación de Rodolfo Valentino. Ridículo. Triste.

27 oct 2009

Lo que es el amor... lo que es la edad

Apenas anoche hablaba por teléfono con un amigo. Me contaba de su reciente conquista, se le escuchaba enamorado. Yo notaba algo que él quería ocultar, incluso a sí mismo: esperanza, futuro. Hoy mi abuelo me contó cómo lo cortó su última novia. Mi abuelo tiene noventa y un años, y su novia lo cortó hace apenas cinco. Acababa de colgar una llamada con otra viejita. "A los ochenta años hay un viudo por cada nueve viudas", me dijo antes de tomar una pausa. "No es que nos sirva de algo, pero habría más chance si quisiéramos." Y luego empezó a contarme cómo era ella, lo bien que lo trataba. Pero él empezó a viajar mucho, solo, porque ella no lo disfrutaba. "Le daba miedo", según él. Y un día por teléfono, ella le dijo dulcemente: "creo que mejor ahí la dejamos". Me lo contó con una pequeña sonrisa, disfrutando del recuerdo. Cómo puede vivir uno en el momento, sin darse cuenta que en el futuro revivirá ese momento y lo disfrutará de nuevo.

26 oct 2009

Pasadena

Toma la luz con sus manos y se la acerca a la cara. Le susurra unas palabras. Pequeños haces de luz salen de su ropa. Un humo blanco lo envuelve y permite proyectar las líneas rojas de luz. Él tiene los ojos cerrados, pero miles de miradas (¿millones?) se centran en él. Se aferra de la luz en sus manos y relaja las piernas hasta colgarse. De la luz se columpia y disipa el humo a su alrededor. Alguien cerca de él lleva el ritmo. Alguien más la melodía. La gente se sabe la canción, pero disfruta escuchándolo a él. Al principio parecía un ente negro a lo lejos. La ausencia de color, la suma de todos. Con pocas palabras hace que la gente lo siga. Que la gente se detenga. Si él respira y se mantiene quieto, la expectativa envuelve a todos.

El humo puede rodearlo, cubrirlo, pero no lo ahoga. No sale de ahí fisicamente, pero se deja encontrar. Es puras luces y palabras

18 oct 2009

El joven y la luna.

La luna llena arriba, iluminando el coche. El radio prendido, dándole ritmo a sus pensamientos. El joven con las manos en el volante, el Motor apagado. En el espejo retrovisor las luces de los coches que se acercan por detrás. Con un dedo lleva el ritmo. Las ventanas cerradas, el frío exterior no tiene razón para entrar. "Que no se enfríe mi cara". Los pómulos duelen y los labios se resecan. El joven piensa en la luna, y evita verla. Si tan solo moviera su cabeza hacia adelante, a unos centímetros del volante, y abriera sus ojos observando el cielo vería la luna. Pero él quiere verla dentro de su cabeza. Formarla. Girarla. Iluminarla y oscurecerla. El dedo que dentro del coche golpea el volante, dentro de su cabeza acaricia la luna. Hace unos días pensaba en el aire. Él formaba corrientes de aire en su cabeza y lo hacía agitar banderas. Enfriaba el aire superior y lo hacía bajar hasta donde arrastraba papeles en el piso y luego los hacía volar. Ahora la luna está calmada en su cabeza. "¿Es un azul muy claro? No, debe ser plateada". Se acerca a ella y busca un cráter, iluminado y sombreado a la vez. No es un color fácil de identificar. El brillo puede cegarlo si mantiene fija la mirada. Fino polvo grisáceo. Destellos plateados.

La luna creció en su cabeza. Ya no puede moverla. Se mantiene iluminada y necesita de toda su fuerza para sostenerla. Respira lento. Su cuerpo concentra la energía para el pensamiento. Se acerca a la luna. Conversa con ella. Le hace el amor. Poco a poco sus manos se sueltan del volante. El peso en los codos ha crecido. Sin darse cuenta relajó los hombros. La luna pesa mucho. El dedo que llevaba el ritmo se detuvo. Respira una última vez sobre la luna. Abre los ojos. Difícil acostrumbrarse a la oscuridad. Baja sus manos cansadas del volante. Arranca el motor. El joven no lo supo, pero la luna también pensaba en él.

5 oct 2009

ahhhh, la tele

No puedo decidirme por mi nueva serie favorita. No existe razón alguna para que Lost deje de ser mi serie favorita, por eso hablo de las nuevas series a las que me he expuesto durante las últimas semanas. Entiendo que Mad Men y True Blood hayan causado tal sensación, pero con todo y que ya las tengo, no me han logrado cautivar. El año pasado me enganché con Fringe por el retrasado inicio de Lost. El elemento Abrams fue lo que me hizo ponerle atención en un principio, y supongo que es lo único que me sigue atando a ella. La cargada influencia de X-files y The Twilight Zone a veces no son suficientes para dejarme llevar. Los casos que presentan son cada vez más rebuscados y en algunos capítulos distraen mucho de la línea narrativa de los personajes principales. Olivia Dunham está convirtiéndose en una piedra, y sin la historia de pareja que tenía en los primeros capítulos su vida se vuelve tan monótona como su guardarropa. Apenas en el segundo capítulo de la segunda temporada presentaron a un nuevo personaje que prometía aclararle muchas cosas a Olivia, y entretenernos a nosotros, pero después del tercer capítulo no le veo mucho futuro. Por suerte llegó FlashForward. Sé que algunas mujeres disfrutaran ese programa por Joseph Fiennes, ese no es mi pretexto. Le tomó exactamente 45 segundos para engancharme. La toma espectacular: un coche sobre otro, un brazo saliendo del de abajo. La premisa es sencilla de explicar: todos los humanos del mundo se desmayan exactamente al mismo tiempo y durante dos minutos y 17 segundos. Y durante ese tiempo, soñaron lo que estarían haciendo exactamente siete meses después.

Entre las comedias hay una fuerte competencia. La sexta temporada de The Office (gringa) empieza muy bien. Un ascenso para Jim y Pam embarazada. Hasta vimos gritar a Toby. Flight of the Conchords sigue igual de divertido. Jemaine Clement es un gran cómico y espero con ansias Gentlemen Broncos, la nueva película de Jared Hess. No había visto Parks and Recreation, divertido. Amy Poehler sigue tan chistosa y Rashida Jones es un bombón. El mockumentary todavía tiene mucho por explorar. United States of Tara está muy bueno también. No he podido ver completa la serie, es tan original que me imagino que este año saldrán varias series igual de "raras". Pero el verdadero premio se lo lleva School of Comedy. Programa de sketches inglés de Channel 4. Todos los actores son niños. Uno en especial me tiró de la risa varias veces. Tanto talento a tan corta edad.

Entonces queda así: Lost, The Office y Flight of the Conchords siguen en su alto pedestal. FlashForward y School of Comedy tratarán de subir al pedestal, dos capítulos no son suficientes.




EDIT.
Dos noches después vi Community, otra comedia. Había leído algunas cosas que me desanimaban (ritmo lento) y otras que me alentaban a verlo (Chevy Chase). Me gustó bastante. Un grupo de personas entra a estudiar a un Community College por razones diversas y terminan en un grupo de estudio de español. Personaje favorito: Abed, el pakistaní con Asperger.

1 oct 2009


Se fundió un foco de mi cuarto y a nadie parece importarle. En total, de los cinco focos que tiene mi cuarto, tres están fundidos. Todavía veo bien con los que tengo. Sufro en la tarde, al anochecer, cuando la luz exterior no sirve para iluminar mi cuarto y el único foco en mi techo no ilumina más que el teclado de mi computadora. Parece que me quisieran correr de mi cuarto a esa hora. "Sal, ve a disfrutar de la tarde." En la noche no importa la poca luz. Mis ojos se acostrumbran. La lámpara que está junto a mi cama no es lo que llamaría una "night-lamp", pero me ilumina bastante bien los libros y cuadernos que uso cuando me recargo en la pared y cruzo las piernas.

Mis actividades nocturnas se han restringido un poco. Ya no puedo hacer algo que necesite de cuidado o precisión. Cortarme las uñas es peligroso, no por el hecho de utilizar objetos filosos, sino porque al salir volando las uñas, es difícil encontrarlas. Antes me sentaba frente a mis libreros y leía los títulos escritos en los lomos de los libros. Ahora tengo que hincarme un metro más adelante de donde lo hacía y observarlos en diagonal, pues mi sombra los cubre.

Tal vez lo peor que puede pasarme es escuchar el molesto zumbido de un mosquito. No puedo verlos con esta luz, y no queda más que prender la luz del pasillo, apagar las de mi cuarto y esperar que media hora sea suficiente para que hayan salido seducidos por la amarilla luz de mi pasillo, al que también ya se le fundieron dos focos.

Tienen toda la razón al llamarme flojo. Es en efecto pereza la causa principal para no cambiar los focos, pero ¿con qué foco lo cambiaría, si no tengo ninguno nuevo? Otra vez viene la flojera. ¿Salir de mi casa solamente porque necesito luz en mi cuarto? No, no es suficiente excusa. Ya compraré uno cuando haya razón suficiente para ir al super. Cervezas, Rancheritos, Yakults... vaya, cosas indispensables.