28 ago 2010

Afuera del convento

Me saco un moco en la puerta de un convento. No es la primera vez que vuelo un balón al patio de las monjas y sé que pueden tenerme esperando una hora en lo que acaban sus rezos. Una de las novicias es linda conmigo. La última vez que las vi en la plaza ella me regaló un paquete de galletitas. Me acuerdo del día que llegó al convento. Yo le enseñaba a mi hermana a andar en bici cuando un coche viejo y alargado casi nos atropella. Se paró frente al convento y bajó un bigotón que aventó a la puerta la maleta de la muchacha que lloraba. El bigotón le gritó algo y se largó en su lancha. No pasó mucho tiempo antes de que una monja abriera la puerta del convento, pero fue suficiente para verle la cara a la muchacha y cruzar miradas. Mi hermana se burló de mí por enamorarme de una monja, y jamás aprendió a andar en bicicleta.